Engañada por su madrastra, Nerea Valdés se casó con Pedro Gálvez, un hombre ciego cuya familia lo maltrataba. Compadecida, Nerea lo ayudó a recuperar la vista y la seguridad. Al sanar, Pedro quiso ser gerente general, pero la influencia de su hermano Salvador lo forzó a ser subgerente, comprendiendo que debía ser paciente para triunfar.