En su vida pasada, el Emperador crió a un hijo adoptivo para consolar a la Emperatriz por la pérdida de su primogénito. Al renacer, antes del día de nombrar al Príncipe Heredero, actuó con rapidez, destituyó al hijo adoptivo, reconoció a su hijo biológico y reprimió a los grupos de la Emperatriz y la Emperatriz Madre, reclamando de una vez todo lo que le debía a su verdadero heredero.