Los tres años de secundaria dejaron muchos arrepentimientos en Marta, hasta que en el último apareció él: un chico rebelde que lo cambió todo. Acordaron reglas estrictas, pero Carlos las fue rompiendo una a una, acercándose sin que ella pudiera evitarlo. Incluso salió bajo la lluvia solo para comprarle su tarta de frambuesa favorita. Al final, Marta ya no temía a los perros… ni a él.