Desde pequeños, fueron almas gemelas de la infancia que sellaron en secreto una promesa de por vida. Cuando se volvieron a ver de adultos, ambos habían cambiado de nombre y no se reconocían. Sin embargo, los arreglos del destino hicieron que sus caminos se cruzaran, y ocurrió una serie de sucesos que provocaban risa y lágrimas. Fue precisamente en este continuo enredo del destino que volvieron a gustarse el uno del otro, pero precisamente debido a la promesa de la infancia, vacilaban sin decidirse. No sabían que la persona frente a ellos era su destino predestinado.